Cita:

"La dureza de los ricos justifica el mal comportamiento de los pobres"
(Marqués de Sade)

domingo, 26 de febrero de 2012

Qué cambie algo, pero que no cambie nada.



Es patético. Han buscado un chivo expiatorio para que la masa se desfogue. Para que lo apedreen, para que le tiren huevos, para que le insulten. ¡Insultadlo!, dicen, mientras los corruptores salen de rositas.

Urdangarín era el yerno que todas las madres quieren para sus niñas, el hijo que todos los padres quieren para si, el nieto que todos los abuelos desean, el sobrino que todos los tíos, el hermano que todos los hermanos. El hombre diez; tan guapo, tan listo, tan sonriente. Y ella, tan simpática, la hija guapa de las hijas del rey, la que se lleva siempre los mejores partidos. En todas las familias pasa. Y los niños, tan guapos y tan rubios...

Pero todo eso cambió. No; no crean que pretendo decirles que Urdangarín es inocente. Para nada. Tampoco pretendo decirles ni convencerles sobre su culpabilidad. Lo que ocurre es que no me gustan lo juicios paralelos, la masa enfervorizada e indignada, tirando huevos podridos e insultando al interfecto. Además; yo no soy sospechoso. Yo soy republicano, pero republicano de verdad, oiga, que no se confunda nadie, que nadie me vaya a confundir con determinados "republicanos".

¿Pero donde está el juicio a esa reata de políticos malandrines y sinvergüenzas que dieron ese dineral al Instituto Nóos, sólo por qué lo presidía el "yernísimo"? Esos no caen, porque esos están sustentados en la masa cateta, insalubre, palurda, consumidora de telebasura, comemierdas, que una elección tras otra, les dan la mayoría absoluta a toda esta casta dirigente y, luego sale a tirar huevos al Duque, cabreados, indignados, sorprendidos, y hacen sentadas en medio de la vía pública, e intentan tomar el congreso, cuando han estado años sustentando este sistema podrido e insalubre, con su pasividad, con su talibanismo, con su memez, con su cainismo, con su silencio, con su cobardía.

Y detrás de ellos, los de siempre, los manipuladores del "qué cambie algo para que no cambie nada". Los mismos que, entre bastidores, pilotaron la "Santa Transición", para que hace treinta años, pasara esto mismo.

O los de la tricolor; republicanos de pancarta y pandereta, sectarios, que ni quieren una República para todos, ni deben ser ellos los más indicados para dar lecciones a nadie, aunque solo sea porque hace tiempo, callaron, aceptaron a cambio de...a cambio de nada, o a cambio de todo, según se mire.

Qué nada cambie. Que cambie algo, poco. La España eterna.

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