"¿Por qué voy a temer en días aciagos,
cuando me acorralan los especuladores,
que confian en sus riquezas
y presumen de su gran fortuna?
Nadie puede rescatarse a sí mismo
ni pagar a Dios por su propio rescate.
Por costoso que sea el rescate de la vida,
ella terminará para siempre jamás.
¿Es que van a vivir indefinidamente?
¿se van a quedar sin ver la fosa?"
(Salmos 49,6-8)
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