Cita:

"La dureza de los ricos justifica el mal comportamiento de los pobres"
(Marqués de Sade)

viernes, 19 de septiembre de 2014

Tontilandia Show: Ya es otoño en Tontilandia Show.

Si usted es joven y vive en Málaga, y le da, pongamos, por jugar al parchís en la calle, sepa que le puede caer una multa de 101 euros. Ya sabe; los jóvenes pueden beber alcohol en la calle, fumar porros, practicar sexo, mear, cagar, tirar basura, todo, menos jugar al parchís. Resulta peligroso, eso en Málaga. En Sevilla lo peligroso es jugar a los dados. Más que el botellón, oiga. Un acto subversivo intolerable. Ya no les digo nada si les pillan jugando al ajedrez. Eso, cárcel segura.

En Tordesillas hay una fiesta. El toro de la vega. Una singular manera de exponer nuestros ancestrales valores culturales. Cojemos un toro. No muy grande. Un novillo puede valer. Cuatrocientos y pico kilos de morlaco. Lo soltamos por el campo, junto con cuarenta mil paisanos armados con lanzas. El animalito, pobre, al ver a los paisanos, corre, arremete contra alguno de ellos, en fin, nada serio. El juego consiste en lancearlo, cuanto más lanzadas le demos, mejor. El que se lo cargue, esto es, el que le de el lanzazo de gracia, a ese, premio. Verán ustedes un poco de sangre, dolor, sadismo, alguna viscerilla que otra, nada. Una expresión cultural de puta madre, sanísima, si señor. España entera está llena en verano de expresiones culturales. Los Sanfermines, la tomatina de Buñol, numerosas batallas a nabazos, melonazos, tomatazos, cubos de agua; o expresiones culturales con animales, como los toros a la mar, toros embolaos, tiradas de cabra desde el campanario. En fin, actividades  culturales todas. Si estuviéramos en la antigüedad, siglo I, antes o después de Cristo, los filósofos greco-latinos a buen seguro se darían una vuelta por aquí para darse un baño de cultura, en Tordesillas, Pamplona o Villaburras de Arriba, por poner unos ejemplos de villas donde la cultura es lo primero.

Doña Botella, a un año vista de privarnos de su presencia en el ayuntamiento de la Villa y Corte, ha decidido dedicar una plaza a doña Margaret Tatcher. Todo el mundo lo sabe; doña Tatcher fue un dechado de virtudes durante su mandato en el Reino Unido. Se cargó la sanidad pública. Se cargó la educación pública. Se cargó los transportes públicos. Se cargó a la clase media británica, llevándola a niveles de vida absurdos. Fíjense si era buena que terminaron por echarla del Partido Conservador y poniendo a John Major, con el argumento de que o echaban a doña Tatcher o el partido se iba al carajo. En Gran Bretaña, a nadie se le ha ocurrido todavía una hazaña semejante, pero ya está aquí el grupito de neo liberales patrio para tapar esa dolencia. Para celebrar tan excelsa efemérides, tres arbolitos más han decidido suicidarse y caer al suelo, sin vidas humanas que lamentar, gracias a Dios. 

Los asesores de don Pedro Sánchez, del Soe, lo están petando. Se les ha ocurrido que para ganar adeptos, nada mejor, que llamar a programas televisivos de calidad, culturales, donde a nadie se difame, donde se practique periodismo de altos vuelos, y haya gente de profesionalidad periodística destacada y constatada, como Belén Esteban. La cosa vino porque el presentador de tan divertido y enriquecedor espacio televisivo vespertino, Jorge Javier Vázquez, un periodista cinco estrellas, dijo en antena que no iba a volver a votar al Soe, porque el alcalde socialista de Tordesillas había salido defendiendo la fiesta del toro de la vega. Al rato, teníamos al bueno de don Pedro al teléfono de Jorge Javier, pero sin salir en directo, como si de Isabel Pantoja se tratara. Seguro que el bueno de don Pedro ha conseguido con esta acción convencer a las buenas gentes que a esa hora disfrutaban de un programa televisivo de semejante calidad, que le votaran a él, y no al populista de Pablo Iglesias.

Para ir terminando. Una chica. La llamaremos Isabel Gómez, catalana, residente en Glasgow, Escocia. Entra en directo en un conocido programa matinal de radio. Isabel lleva años viviendo en Escocia, y por tanto, como residente de la Unión Europea, puede votar en el referéndumpor la independencia, celebrado el día de ayer. Votará que no. Dice que no la convencen los argumentos de los independentistas, ni estos le han aclarado que pasará con la moneda, la economía, las pensiones, la sanidad, cuando Escocia camine sola. El presentador, al saber que Isabel es catalana, le comenta, de pasada, que entonces en un hipotético referéndum en Cataluña, siendo ese su argumento, votaría que no tampoco a la independencia. Tras pensárselo, poco, la verdad, la buena de Isabel contesta que en el caso catalán, su voto sería que si a la independencia, contestación que deja a todo el mundo a cuadros, y descolocado. El sentido común al poder, si señor.

Como ven, el otoño se presenta bien, lleno de chorradas, de gilipolladas, de disparates, chuflas, tonterías, cagadas. Vivimos en un mundo idiotizado, en un país idiotizado, donde la chorradilla y la salida de pata de banco son los reyes. Tendremos trabajo. El otoño ha llegado a Tontilandia Show. A disfrutarlo.  

martes, 16 de septiembre de 2014

Retro.

Sábado por la noche. Pongo la tele. Zapping. Me paro en la Sexta. Se tertulianea. Se arregla el país. Blablablabla. El producto estrella es Cataluña. Siempre lo es, desde, bueno no se, pero lo es, en todas las tertulias, en todas las cadenas, en todas partes. Confieso que empiezo a estar hasta los mismísimos del tema. Se acaba la tertulia. Ya puedo dormir más tranquilo, pues las mentes egregias me han dado ya la solución a todos mis problemas. Después, en el mismo programa viene una entrevista. El entrevistado es el periodista José María Carrascal. Venzo a la tentación de cambiar de canal y me quedo en la Sexta.

No pasan los años por Carrascal, el mismo porte, la misma voz que cuando presentaba el telediario de Antena 3, el de madrugada. Sin embargo tiene ochenta tacos, según confiesa. También confiesa que no tiene teléfono móvil. Esto puede parecer una anécdota sin importancia, o no, según. En el día de hoy es el primer ser humano, aparte de los indios del Amazonas, que me he encontrado, que no tenga móvil. Carrascal, en la entrevista dice algo que me hace pensar. "Cuando le comento a alguien que no tengo móvil, hay algunos que se sorprenden, y hay otros que me miran con cierta envidia". Yo estaría con los segundos. Y también la mayoría de ustedes.

Hoy, ya no se usa el móvil para llamar y para mandar mensajes. El móvil es, aparte de una herramienta de comunicación unas esposas, unas cadenas que nos hemos autoimpuesto, del que tenemos que estar constantemente pendientes. Ahora también tienen, los de última generación, un acceso rápido, fiable y barato a internet. Feisbuk. Tuiter y demás gilipolleces, han convertido al personal en aunténticos autómatas, en robots, en esclavos de la tecnología.

Yo, he decidido no ir más allá. Conservo aún mi Nokia, con sus teclas, con su pantallita, pequeño, poco peso, manejable, nada que ver con las jaboneras que usa hoy la gente. Cuando suena, con su tono timbre, "riiiiiiiiiiinnnnnn", y lo saco del bolsillo, la gente me mira extrañada, como un bicho raro, como alguien proveniente de la época de las cavernas. Me miran, y se ríen. No soy uno de  ellos. Soy un paleto, con un móvil anticuado, de paleto de pueblo, o de señora mayor. Me miran, se ríen y a continuación lo comentan con sus colegas en tuiter, o en feisbuk. Para estar en la onda, hay que llevar un móvil última generación, y tener guasap, y estar en tuiter, y en feisbuk, y mandar videos infumables de un gato con voz de membrillo que suelta tacos y canta chorradas a tutiplén. Y ese gato recorre la red, y va de móvil en móvil, de gilipollas en gilipollas, y a todos les mola ver al gato soltar chorradas. Y para eso la gente saca de donde sea veinte, treinta o lo que valga una tarifa plana, llamadas con ADSL incluído, porque no nos vasta llamar y que nos llamen, no; para estar en la onda, hay que tener guasap, y si no lo tienes, si tienes un móvil como el mío, te miran como a un troglodita, no eres nadie, o si lo eres; eres un retrógrado, un palurdo anticuado que va por el mundo con un móvil anticuado, un friki, vamos.

Si. Yo soy de los que están con Carrascal. De los que suprimiría todos los móviles, de los que volvería al teléfono de góndola, fijo, con cables, con marcador circular y con timbre, con un timbre que sonara mucho, "riiiiiiiiinnnnnnnnn", o del teléfono de monedas, ¡ay aquellas cabinas que se tragaban siempre el cambio!. Y en el fondo creo que muchos de ellos también echan de menos esos teléfonos. Lo se. Solo hay que oir que politonos eligen para sus supermóviles, un enorme y anticuado timbrado, "riiiiiiinnnnnnn", de un viejo teléfono, de los de toda la vida, como mandan los cánones. En el fondo los echan de menos. En el fondo saben que están esclavizados por la tecnología, saben que no pueden renunciar a ella, no por nada, por imagen, hay que ser moderno, políticamente correcto, y aunque sepas que el feisbuk y el tuiter solo sirve para cotillear, hay que estar ahí, y hay que tener guasap, y mandar videos a través de él, videos infumables, videos en los que el prójimo deja al descubierto sus vergüenzas y es machacado inmisericordemente, pero la nostalgia es la nostalgia, y tenemos nostalgia del teléfono fijo, convencional, aquel que estaba al lado del sofá en la casa paterna, en una mesita especialmente diseñada para el teléfono, con su repisita para las páginas amarillas y la guía de teléfonos y aquella agenda negra garabateada.

No nos gusta este puñetero mundo. No lo decimos, pero no nos gusta. Recordamos con nostalgia el otro, el de la tele que no emitía basura a todas horas, que respetaba horarios infantiles, que alertaba de los programas que se podían dejar de ver a los niños y lo que no, ¿se acuerdan de los dos rombos?. Cuando vamos a elegir un mueble para el salón, nos encontramos con un aparador calcadito a uno que tenían nuestros padres en el salón, o compramos muebles rústicos y ponemos nuestra casa como si fuera una masía del Ampurdán, o compramos una redición de la Enciclopedia Álvarez, o buscamos el libro Senda, de lectura de EGB, o el superventas de este año, "Yo fui a la EGB". En verano, en TVE, emiten programas recordando series, concursos, o programas de otras épocas, y coincidimos en la alta cualificación de aquella televisión del régimen anterior, o de la transición, en comparación con la de ahora, y coincidimos que antes con dos canales se daba una televisión mejor que la de ahora con ochenta.

No. Definitivamente, rotundamente, no nos gusta este mundo en el que vivimos. Un mundo de realidad virtual. No nos gusta, porque sabemos que vamos a uno rotundamente peor. Echamos de menos la libertad de salir, sin la necesidad de estar localizables a todas horas. Echamos de menos que la tele sea tele, echamos de menos aquellos cines, cuando eran un espectáculo asequible y barato. Echamos de menos citar de carrerilla la alineación de nuestro equipo, tomar una caña y que no te timen, echamos de menos tener un trabajo normal, con un sueldo normal, y no por ello pasar por ser unos fracasados, porque ahora lo que mola es ser emprendedor.

Nos la han colado, o nos la hemos colado nosotros solos, da igual. El caso es que, en el fondo, hay gente, mucha, que haría lo que Carrascal, no tener móvil. Hay gente que tiraría el móvil a hacer puñetas, como si de un canto rodado se tratase, lo más lejos posible, y volvería a la peseta, y mandaría a la Unión Europea a la mierda, y las autonomías, y....


Sólo Carrascal y algún otro, reconocen no tener móvil, ni usarlo, ni gustarle el tipo de mundo virtual de mierda que estamos construyendo, a golpe de pasividad, y de guasap, y de feisbuk, y de tuiter, y de globalización...

lunes, 15 de septiembre de 2014

"Aún no se por qué existe el universo"

Stephen Hawkins

domingo, 14 de septiembre de 2014

A la española

Compruebo con estupor como en el yunaitid quindom, mister Cameron (Ojo, Cá me ron, esdrújula, no Camerón, de la isla, como malvadamente alguien le ha puesto) se ha hecho caquita en los pantalones, ante la perspectiva de que los escoceses partidarios del si a la independencia, ganen y le den en los morrillos, tras el referéndum convocado por él mismo para el próximo 18 de septiembre del corriente.

Se las prometía muy felices el bueno del ferst minister. Estaba seguro de que Escocia votaría que no a la independencia, y él ganaría, acabaría de una vez por todas con el independentismo escocés, apartaría el problema de la secesión otros trescientos años. No estaba mal pensado en un principio. Se le mandó un mensaje claro y alto al pueblo escocés, se permitió hacer dos simples preguntas, ¿si o no, a la independencia?, y se dijo entonces que la victoria del no, no acarrearía prebendas a los escoceses por haberse quedado dentro de la unión. Como por otra parte parece lógico que sea así.

Pero ahora el búmerang se vuelve contra el primer ministro, descontrolado, a toda hostia, "fiuuuuuu", con peligro evidente de pérdida total, o parcial, de los piños de la boca. Las encuestas, por primera vez, dicen que los partidarios del si, pueden ser mayoría. "¡Horror! ¿Qué hacer?", se pregunta mister Cameron mientras se toma un té con una nube de leche, a eso de las cinco, en el  tenz de daunin estrit.

Me da en la nariz que el bueno de don David ha llamado a España, a la Moncloa, ha hablado con don Rajoy, y ha tomado buena nota de lo que se hace aquí con respecto a los nacionalismos periféricos, vasco y catalán, a tenor de las promesas que ha hecho a los escoceses si votan que no en el referéndum del día 18. Ceder, dar contrapartidas, competencias, en educación, en sanidad, en lo que sea, tapabocas, para ver si se callan, si cesa momentáneamente la demanda. Pero esta no cesa, no cesa nunca, porque no puede cesar nunca. Los nacionalistas nunca se sacian, ni aquí, ni en Escocia, ni en Palacagüina. Imagino que el resto de ciudadanos del Reino Unido estarán tomando buena nota, como hicieron aquí los del resto del imperio durante la Transición. Café para todos, habemus.

A mi se me ha caído un mito. Con lo que yo he admirado siempre la determinación de los británicos para todo. Lo mismo combaten a un dictatorzuelo de tres al cuarto, rompehuevos, bravucón, enano, y asesino compulsivo, léase Hitler, léase Napoleón, que se ponen hasta el culo, hasta la extenuación, de sangría, paella y sol de España, acabando ingresados, fruto de ello, en el puesto de urgencias más cercano. Ya ni el jamón serrano sabe a jamón serrano, ni los británicos actúan como británicos.

Ya imagino a los del Partido Nacional Escocés frotándose las manos, con los negocietes que van a hacer a cuenta de la enseñanza en gaélico en las escuelas, por ejemplo. Y todo lo que tener una lengua vernácula, que solo hablan cuatro follacabras, conlleva. La elevación de esa lengua a vehicular, imponiéndola en indicadorescallejeros, en rótulos comerciales, en la escuela. No es moco de pavo, háganme caso.

Los nacionalistas escoceses también han llamado a España para enterarse de como va el asunto este del pedigüeñismo periférico. Y les ha debido gustar lo que han oído. Menos más que Andorra a ellos les queda lejos.

viernes, 12 de septiembre de 2014

La OCDE, ¡qué hachas!

Salgo de casa. Voy por la calle, caminando, mirando, ora al suelo, donde cacas de perro y baldosas sueltas esperan al primer despiste para desgraciarte, ora al cielo, donde ramas desgajadas de árboles enfermos por la contaminación y la pertinaz sequía, hacen otro tanto de lo mismo. Bajo al suburbano, al metro. Logro sentarme; a esa hora, los vagones, todavía no van llenos del todo. Alguien ha dejado un periódico del día en el asiento de al lado. Hace años que no leo un periódico del día, por diversas razones, a saber; cuestan un euro y pico, capital que no tengo; y con escuchar las tertulias radiotelevisivas, ya sabes lo que van a comentar los diarios, pues los columnistas de estos, son los tertulianos de aquellas. A estas alturas de la película ya vas sabiendo de que pie cojea cada uno, en fin.

La portada del periódico me echa para atrás, no me extraña que el que lo ha comprado lo haya dejado allí, tirado en un asiento de metro a medio leer, maniobra que no concibo, lo de dejar el periódico tirado en un vagón de metro a medio leer, me refiero. Con esto de la crisis, el papel de periódico, como sabían nuestros padres y abuelos muy bien, puede tener varios usos; envolver un bocata de chorizo, de jureles o de tortilla; limpiarse el culo después de ir al servicio, y otras más que no me vienen a la mente ahora mismo. Esto lo digo, porque, visto lo visto, como vamos yendo para atrás en otros asuntos y costumbres, felizmente recuperados, como el tabaco de liar o el trabajo esclavo, esta, puede ser otra costumbre recuperable desde lo más profundo de nuestra memoria cultural popular.

El  caso es que la portada dice que la OCDE recomienda a España apretar un poquito más a los parados, a los jubilados y a los pobres en general. Para compensar, también recomienda empezar a meter mano a los que tienen dinero en las SICAVs, o por mejor decir, a los ciudadanos de clase alta que teniendo parné, lo tengan todavía aquí en el imperio y no lo hayan llevado  a algún paraíso del Caribe, con sus palmeras, con sus playas de arena blanca, con sus bancos, y sus inexistentes impuestos.

También recomienda la OCDE que no suban mucho los salarios, por lo de la competitividad. No dice nada de las retribuciones a directivos, o a accionistas. Sólo se refiere a los salarios.

Ahora entiendo porque el anterior propietario, ex lector del periódico, ha dejado este tirado, a medio leer. La gente empieza a estar aburrida de escuchar siempre las mismas recomendaciones, las mismas gilipolleces. No me extraña que empiece a hacer caso a quien les da otras, pongan ustedes por caso, a las que les da Podemos, por ejemplo.

Me apeo. Las escaleras mecánicas de bajada, menos mal que yo subo, están averiadas y se ve al personal bajar resignado. Resignado de volver a la realidad cotidiana. Septiembre es un mes chungo, jodido. Salgo a la superficie. Veo el espectáculo diario de mendigos, manteros, pedigüeños y buscavidas en general que pueblan la ciudad. Una ciudad cada vez más sucia, más degradada, donde sobrevivir, cada día, empieza a ser una epopeya para algunos.

Unos hachas los de la OCDE. Si señor.

martes, 9 de septiembre de 2014

Machismo sociológico.





Salgo de casa. Hace calor, demasiado para ser septiembre. Entro en el bar de Polito. Un horno. Polito, no es partidario del aire acondicionado, además, con la poca clientela que tiene tampoco se lo puede permitir. Es el bar más guarro del mundo, con sus cristales empañados de polvo, su suelo lleno de servilletas de papel usadas y de los restos de los aperitivos que Polito, generoso, tiene a bien obsequiar a su escasa clientela. La falta de aire es sustituida por unos ventiladores del año de la pana, que mueven el aire caliente del local, de acá para allá. Entro, me pido una caña, Polito, solícito él ,me la pone, con su frente perpetuamente sudorosa, su paño de cocina lleno de mierda al hombro, y su palillo en los dientes. Se empeña, siempre lo hace, en ponerme un plato de anchoas con aceitunas. Yo le digo, siempre lo hago, que no quiero aperitivo, que luego no como. Él se hace el ofendido. Al final cedo. Total, con no comérmelos. Las anchoas de Polito son especiales. Estas, seguramente lleven aquí desde la última glaciación, como las aceitunas.

Me siento en uno de los veladores con mi caña y mi plato de anchoas. He cogido un periódico atrasado del montón que tiene políto junto a las cajas de botellines que hay camino del servicio. Escojo un Mundo de hace una semana. Me gusta leer la prensa atrasada. Nunca leo un periódico del día. En un periódico atrasado puedes coger, por ejemplo, a lo políticos en algún renuncio. Por ejemplo; el ministro Tal, hoy dice blanco. Si lees la noticia en un periódico del día, te tragarás como un pardillo que lo que dice el señor ministro, esto es; blanco, es tan verdad como la vida misma. Pero si lo lees cinco o seis días después, sabrás que ha mentido, o no, quién sabe. Así me dispongo a pasar una mañana perfecta; leyendo prensa atrasada en el bar de Polito, ¡qué más se puede pedir!.

Una noticia me llama la atención. Un tipo, espiquer del Bilbao Basket, es despedido por la organicización de la Copa del Mundo de baloncesto, por unos comentarios machistas sobre las chirliders, las chicas, bailarinas ligeras de ropa que amenizan los descansos de los partidos de baloncesto. Al parecer las chicas salieron a bailar al ritmo de la última canción de Enrique Iglesias, "Bailar contigo". Hay un momento en que el estribillo dice, "quiero, bailar contigo (...) pasar contigo, una noche loca". El espiquer, se ve que se emocionó el hombre y dijo por el altavoz "Quién no querría pasar una noche loca con las chirliders", con tan mala suerte que esta frase fue cogida por la prensa políticamente correcta de este país, que al día siguiente puso a este señor a caer de un burro, tachándolo de machista.

"Machista". Hmmmm. Reflexiono, o al menos lo intento, mientras las moscas, omnipresentes en el bar de Polito, no dejan de intentar posarse en mi incipiente calva. Resulta que este buen señor es machista, por unos comentarios, a voz en grito, desde su cabina de espiquer, sobre las chicas que estaban bailando sobre la pista, con sus pompones, su faldita, su camisita y su canesú. En concreto hay una periodista que escribe en un diario de tirada nacional, que ha sido la que más se ha ensañado con el pobre espiquer, que no sabe el pobrecillo donde meterse y que ya ha pedido perdón públicamente.

Le pido otra caña a Polito. Esta vez me obsequia con un platito de croquetas, marca de la casa, pringosas, aceitosas y rancias. A esta hora, la una de la mediodía, el estómago empieza a pedir algo sólido. Pruebo a ver como están las croquetas. Asquerosas, pero comestibles. Me atrevo incluso con las anchoas, que todavía andan por aquí. Asquerosas y tremendamente saladas. Ningún mal sabor que no pueda borrar un buen trago de cerveza fría. Bebo y sigo relexionando.

Vamos hacia la sociedad igualitaria. Hombres, mujeres, todos iguales. Iguales derechos, iguales sueldos iguales deberes. Todos iguales. También iguales gustos. Me pregunto que hubiera pasado si en vez de haber un espiquer hombre animando el partido en Bilbao, hubiera habido una mujer, y esta en un momento dado hubiera hecho algún comentario sobre la tableta de chocolate, u otros músculos superiores o inferiores, de algún miembro del equipo de baloncesto de Estados Unidos, por poner un ejemplo. ¿Se hubiera montado una similar? Me temo que no. Igualdad, si señor. Tenemos derecho a ser iguales. Todo el derecho.

Me entran una serie de retortijones en el estómago. Salgo a toda hostia para el servicio de caballeros, el cual, compruebo, para mi tranquilidad, que está tan sucio y maloliente como siempre. Una masa líquida y marrón sale de mi cuerpo, sin duda fruto de las anchoas y las croquetas con las que Polito tan generosamente me ha agasajado. A la hora de asearme, compruebo con estupor que no hay papel higiénico, así que me las ingenio como buenamente puedo para la acción de aseo y limpieza del ojete. Salgo e informo a Polito de la falta de papel higiénico en la toilete. No me hace ni caso.

Salgo a la calle. El sol aprieta. Compruebo la pronta llegada de la época otoñal a juzgar por las hojas secas caídas sobre la acera. Estimo que es demasiado pronto para la caída de la hoja, y llego a la conclusión que las hojas del suelo no están ahí por la acción del otoño, sino por la del verano. Como nadie riega a los pobres arbolitos, estos se secan, con las consecuencias ya sabidas. Caídas de hojas secas, incluso, caída de ramas enteras, con el peligro que ello conlleva.

Vuelvo a la reflexión anterior a mi salida en desandada hacia el baño, por llamarlo de alguna manera, del bar de Polito, y a mi expulsión vía anal de los alimentos allí consumidos. Me viene a la memoria algo ocurrido hace dos días por la mañana. Iba yo hacia al trabajo, delante mía, unos veinte metros,  iba una chica, de buen ver, al menos desde la perspectiva trasera. Llevaba unos pantaloncitos cortos vaqueros, de esos tan de moda ahora, que no dejaban entrever sus gluteos, no, los enseñan claramente. La chica, primero, y yo, despues, pasamos delante de una obra, en la hora en la que los obreros estaban en el descanso del bocadillo. Uno de ellos se levanta y voz en grito, empieza a dar voces a la chica y a decirle noseque de meterle algo por sálvese la parte, y de jugar con ella a noseque de médicos. Me asusté al principio, lo reconozco, porque pensé que tales burradas eran dirigidas a mi. Descarté pronto esa opción, para mi tranquilidad, cuando la chica levantó la mano izquierda dirigida hacia su improvisado público, con el dedo corazón extendido hacia arriba.

Imagino que las burradas que le soltó el berraco de la obra a la chica, serán calificadas de machistas. ¿Pero y cuando es al revés?. Veo un grupo de mujeres, enloquecidas, de despedida de soltera en un reality documental en televisión. Llevan todas un enorme pene de goma en la cabeza a modo de diadema. Estan en una sala viendo un estriptis masculino. Las burradas que sueltan se asemejan a las soltadas por el berraco de la obra. Entonces...

Me temo lo peor. A alguien, algún día, se le ocurrirá la feliz idea de crear una especie de policía que vigile estas cosas. Entonces al espiquer de Bilbao se le caerá el pelo por haber hecho un comentario chorra, para nada malintencinado, pero considerado por el estabilisment gobernante como políticamente incorrecto y contrario a las leyes igualitarias que se nos vienen encima. O al berraco de la obra. A ese igual se la cortan.

Me entra el yuyu por el cuerpo.

Lo que nos faltaba.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Badminton.

¿Badminton? ¿Y qué coño es el badminton? Ni idea que hubiera un deporte con ese nombre, hasta que me enteré que el pasado fin de semana, de que una chiquita de Huelva, Carolina Marín, ha resultado ser la nueva campeona del mundo.

A partir de ahí, toda la España "sillonbolera" empieza a hablar del tema. Todo el mundo vio el partido. Nadie se lo perdió. Todo el mundo comenta la pureza, la fuerza, el empaque de esta niña jugando a Badminton. Todo el mundo vio como nuestra joven compatriota saboreaba las mieles del triunfo. Además, todo el mundo comenta las fases del partido, como si no hubieran hecho otra cosa en la vida que ver partidos de badminton.

Esto me trae a la memoria los comienzos de Fernando Alonso en el mundo del pilotaje. El personal, antes de que irrumpiera el asturiano en la élite del volante, sabía que Ferrari era una marca de coche caro, que conducía aquel pollo que salía en "Corrupción en Miami", Sony Crockett (Don Jonhson), y que Fitipaldi debía ser un as a juzgar por el número de trillaos que recorrían las carreteras patrias con su coche a todo trapo, circunstancia que les hacía merecedores de que los apodaran "Fiti", o "Fitipaldi"(Nada que ver con el grupo de música). Poco más se sabía del asunto de la Fórmula 1. Pero chico, fue empezar a ganar Alonso, y todo el mundo se hizo experto del tema. Te hablaban de neumáticos para seco, y neumáticos para mojado, con una naturalidad pasmosa, y cada tipo que te sacaba el tema, era un auténtico experto en ingeniería mecánica. Cuando daban una carrera de Fórmula 1 por la tele, el país se paralizaba, y si la carrera la daban a las cinco de la madrugada, por correrse en Malasya, ya saben, el cambio horario, la gente se pegaba el madrugón padre, en familia, para "disfrutar" del evento todos juntos, y enorgullecerse de Fernando, y botar al ritmo de los acelerones del Renault azul que Fernando conducía entonces. Luego, a la hora del aperitivo, te los veías aparecer por el bar de la esquina, con una cara de muertos de sueños de túmbate y no te menees, contándote la hazaña, para acabar preguntándote si tu no te habías levantado a las cuatro de la madrugada para ver a Fernando, y si les decías que no, que para nada, te miraban como un bicho raro, como si fueras gilipollas, como a un mal español, que no hacía el esfuerzo por su país de levantarse un domingo, a las cuatro de la madrugada para ver una carrera de coches, para ver como Fernando se comía a sus más directos competidores, como la enseña rojigualda subía a lo más alto, poníendoseles a todos la piel de gallina. A todos los que no se hubieran quedado dormidos, claro.

Ahora Alonso no gana ni corriendo sólo. La Fórmula 1 ya no es tema de conversación en bares y peluquerías. Nadie se levanta un domingo de madrugada para ver el Gran Premio de Malasya y tragarse el bodrio de una carrera de coches de madrugada. Ya nadie te da la matraca hablando de carreras de coches, ni de neumáticos para mojado o para seco. Sencillamente, la Fórmula 1 ya no interesa. Ya no ganamos, ¿saben?.

Todo esto también me trae a la memoria aquel esquiador de fondo alemán, nacionalizado español, cómo se llamaba, "Juanito" Muellegh, o Muller, no recuerdo. Todo el mundo estaba tan orgulloso de él. "Nuestro Juanito" le llamaba la prensa. Lo pillaron dopándose, creo, y le quitaron todas las medallas que había ganado bajo pabellón español, y automáticamente dejó de ser Juanito, para volver a llamarlo Hans o Johan, o como carajo sea Juanito en alemán. Jamás se volvió a saber de él. Cayó en el más absoluto ostracismo. En aquella época, recuerdo que a Paco Fernández Ochoa (q e p d) campeón olímpico en Sapporo 72, le dio por criticar el que cogieran a un señor de Alemania y lo hicieran español, solo para que ganara medallas bajo nuestros colores, en vez de fomentar el esquí en España, entre la gente joven, invertir para sacar campeones aquí, algo coherente y lleno de sentido, le cayó la del pulpo, le dieron palos y críticas por todos los lados. Cuando tenía toda la razón del mundo.

Y es que, lo nuestro con el deporte de banderola y de minorías, nuestra "sillonbolería" es ya un clásico. Hemos tenido siempre la moral tan baja, hemos estado siempre tan encabronados, nuestro orgullo patrio ha estado siempre tan por los suelos, que nos lo han tenido que subir cuatro deportistas a base de gestas individuales y solitarias, sin ayuda, sin apoyo económico alguno, compitiendo contra los recortes  de los políticos, y contra sus rivales deportivos. Y el caso es que, con esfuerzo todo llega, y a pesar de las circunstancias, llegan a veces a lo más alto del podio, y entonces los políticos, los mismos que les han negado el pan y la sal, y las becas, por recortes presupuestarios mayormente, corren que se las pelan a ver si se pueden colar en la foto del campeón, porque lo importante de todo esto, lo más importante para un político, es la foto, esa es su medalla de oro y la antesala de su meta.

Esta chiquita onubense, Carolina Marín, flamante campeona del mundo de badminton, es, será un claro ejemplo de lo que digo. Tendrá que emigrar si quiere ser algo, si quiere vivir dignamente del badminton. Le darán en el extranjero lo que aquí le negarán. Seguirá ganando, y mientras lo haga, tendrá cierta fama en los medios. Luego, empezará a caer. Entonces le lloverán palos de todos lados. Subir gente a los altares, para luego despeñarlos, es la ocupación favorita de los españoles. Pero mientras esté arriba y gane, no le faltará a su lado el político oportunista de turno que se pondrá en el pecho su medalla, cuando la realidad nos dice que la mayoría de los que llegan arriba en España, en cualquier deporte, lo hacen a base de sacrificio personal, de ellos y de sus padres. Miren sino el ejemplo de la nadadora Mireia Belmonte. Una campeona que ha tenido que emigrar, por eso que les comento, y que ha llegado a donde ha llegado gracias, fundamentalmente a ella misma, e imagino que a sus padres, a su entorno, a sus entrenadores. Nada de programas gubernamentales destinados al deporte. Nada de preparación básica. Nada de planes establecidos de ayuda y fomento del deporte. Nada.

De todos modos, aunque no entienda nada de Badminton, Felicidades Carolina, campeona.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Antisistemas.

Últimamente oigo mucho hablar sobre los antisistemas. Me pregunto si yo mismo no seré uno de ellos, aunque no se bien que es ser un antisistema. Alguien me informa de las características que debo tener en cuenta para reconocerlos: Pañuelo palestino, coleta, barba, camisa a cuadros remangada. En el hablar el antisistema utiliza constantemente el masculino y el femenino, haciendo caso omiso del neutro (ciudadanos y ciudadanas, españoles y españolas, vascos y vascas, etc). Esto último no deja de confundirme, pues es también práctica habitual entre los dirigentes del Partido Nacionalista Vasco, integrado, como todo el mundo sabe, en su mayoría, por personas de bien, de misa y comunión diarias, que en nada diríamos que podrían pasar por antisistemas, pero...

Reconociendo a los antisistemas por su modo de vestir y de hablar, nos queda por reconocerlos por su modo de actuar. Suelen ir a "manifas" antigubernamentales, como la del pasado 22 de marzo, suelen adscribirse al colectivo okupa. ¿Podriamos meter ahí al colectivo antidesahucio, o al coletivo de afectados por las preferentes, o a los "yayoflautas"? Está claro que gente a la que desahucian por no pagar su hipoteca a tiempo, y se queda en su vivienda, está ocupando esta; que gente que se manifiesta a las puertas de las entidades bancarias a diario, aunque sea porque estas les han engañado, pueden pasar por anticapitalistas; y por último, los "yayoflautas", pueden pasar por una mezcla de todo lo anterior.

De todos modos, la cosa no me queda del todo clara. Me siento en mi casa, en el salón de la misma, con la ventana abierta, reflexionando a lo Zapatero, viendo las nubes pasar. Voy al frigorífico, acabo con las reservas de agua fría, ¡Qué puto calor!. Pienso, le doy vueltas a la cuestión: Los antisistemas son malos, están contra el sistema establecido, lo quieren destruir, aspiran a ello, nada les gustaría más. En el piso de al lado vive una pareja de antisistemas, tienen un gato, "Patitas" se llama el hijo de puta, el cual se mea a diario junto a mi puerta, y le pega zarpazos con sus pequeñas garras arañándola, dejándola hecha unos zorros. Bien, dejemos a "Patitas". Centrémonos en sus dueños. Son, como digo, a todas luces una pareja de antisistemas, él luce rastas, y pañuelo palestino, y viste raro. Ella también viste raro. Los dos fuman porros, a mi casa llega el olor de la grifa a diario. Están de alquiler, como yo, nada de "okupación" ni otras gaitas. Trabajan, vamos, por lo menos eso creo, porque sino, el alquiler, la luz, el agua, la comida de "Patitas", ¿de dónde?. No me parecen mala gente. Ellos van a lo suyo, yo a lo mío. Nos saludamos con un tímido "hola" cuando nos cruzamos en el rellano, pero por lo demás. Bueno, yo creo que ella finje los orgasmos, porque no es normal los alaridos que pega cuando están dándole a la mandanga, pero por lo demás, me parecen de lo más normal.

No sé, no sé. ¿Cómo reconocer a un antisistema?. Abro el periódico y leo. Un niño, dependiente, enfermo, en Castilla la Mancha. El gobierno regional le ha mandado a su madre el importe de la ayuda económica que le corresponde; cero euros, gastos aparte. ¡Ajá!, digo en alta voz. Espero que "Patitas" me haya oído y haya pegado un buen respingo. Ahí está la madre del cordero. Los antisistema son como los alienigenas que una vez escuché en un programa de radio que estaban entre nosotros, que no se les conoce porque pasan por figuras respetables, van bien vestidos, trajeados, incluso han accedido a puestos de relevancia en las distintas administraciones, en sus versiones, local, regional o nacional. ¡Ya lo comprendo!

Qué mayor antisistema que el que quiebra una caja de ahorros para luego venderle el negocio a un banco; o el que quiebra un sistema público de salud para entregárselo luego a distintas empresas privadas del sector, o una primera edil que recorta y recorta, y luego contrata para su ayuntamiento a cientos de personas como asesores, a seis mil euros al mes el asesor y no contenta con ello les sube el sueldo a estos asesores un 34% de media, o aquel que hace un aeropuerto sin aviones, o el otro que hace una linea de AVE que no utiliza nadie, o aquella presidenta de comunidad autónoma que hace unas autopistas de peaje, paralelas a otras públicas, las cuales, las de peaje, no las públicas se ha tenido que hacer cargo el estado de ellas. Qué mayores antisistemas que aquellos que acceden a la gestión pública, lo hacen rematadamente mal a sabiendas, para al final entregar la gestión pública a manos privadas aduciendo que esta es mejor.

He resuelto una duda que me traía por el camino de la amargura. Decido dejar de reflexionar a lo Zapatero y salir un rato a que me de el aire. Salgo. Compruebo que "Patitas" ha vuelto a visitar mi puerta.

¡Cabrón de gato!