Vi otra bestia que subía de la tierra; tenía dos cuernos, como los de un cordero, pero hablaba como un dragón. Ella ejerce todo el poder de la primera bestia en su presencia y hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia, cuya llaga mortal había sido curada. Hace grandes prodigios, hasta hacer descender fuego del cielo a la tierra a la lista de los hombres. Con los prodigios que le ha sido concedido realizar en presencia de la bestia seduce a los habitantes de la tierra y les dice que hagan una estatua a la bestia (la que fue herida con la espada y revivió) Le dieron el poder de dar vida a la estatua de la bestia hasta el punto de hacerla hablar y que hiciera matar a todos los que no la adorasen...
(Apocalipsis 13, 1-15)
Esa imagen que tienen ustedes ahí arriba, justo debajo de los versículos del Apocalipsis, es en lo que ha quedado la partición de la extinta, vilipendiada, vapuleada, maltrecha y, finalmente muerta, República Federativa de Yugoslavia. De un estado que garantizó durante más de medio siglo la paz y la seguridad en la zona, salieron siete. Unos, Croacia y Eslovenia, residen actualmente en la Unión Europea. Los cinco restantes no. Esta partición fue hecha con el visto bueno de Alemania y, por tanto, de la Unión Europea, y de los Estados Unidos de América.
En esta otra imagen,, podemos ver la partición que hizo de la zona el Tercer Reich tras invadir Yugoslavia, Albania y Grecia. Fíjense bien y juzguen, porque prácticamente es la misma que la hecha nada menos que setenta años después por el Cuarto Reich. Bosnia se vuelve a dividir, aunque conserve su independencia de facto y se incluya a la minoría musulmana en el reparto. Kosovo se le vuelve a entregar a Albania, aunque para guardar las formas, los albaneses de Kosovo conserven también su independencia. Macedonia, que en la Segunda Guerra Mundial se entregó a Bulgaria, es hoy una república independiente, mirada fijamente por los búlgaros, que siempre consideraron a los macedonios como compatriotas. Solo el norte de Serbia se salva, por ahora, de la quema. En el pasado fue entregada a Hungría, y ahora se mantiene bajo bandera Serbia.
La de arriba, es la imagen de la partición que hicieron los nazis de Checoslovaquia tras aniquilar este pequeño estado centroeuropeo, creado tras la Primera Guerra Mundial de las cenizas del Imperio Austro-Húngaro. Con el pretexto de salvar a la minoría germana que habitaba en la región checa de los Sudetes, los alemanes invadieron Checoslovaquia en 1938. Se creó un protectorado en Moravia y Silesia, bajo gobierno directo de las autoridades alemanas, un protectorado checo y otro eslovaco, con "gobierno" de ambos dos, separados por supuesto.
Esta de arriba es la situación en la que quedaron la República Checa y Eslovaquia tras la partición, pacífica y acordada entre ambos actores, con el visto bueno de Alemania, por supuesto, en los años noventa del pasado siglo XX, en los que se dio muerte a la República de Checoslovaquia.
¿Por qué a nadie le extraña que, mientras en Alemania, en los noventa, se procediera a la unificación de la República Federal y la República Democrática, en los Balcanes y en Centroeuropa se procediera a centrifugar dos estados y convertirlos en lo mismo que los convirtieron los nazis hace setenta y cinco años? ¿Se ha despertado el ogro de su larga siesta? Por cierto, el problema de Ucrania también viene de ahí. Los nazis se aliaron, al entrar en la Unión Soviética con una parte de los ucranianos, los más nacionalistas, anti semitas y anti rusos. Muchos de ellos sirvieron como guardias en los campos de exterminio. Por cierto, los lituanos, letones y estonios, otros que tal. Todos ellos han recuperado hoy su independencia. Todos sabemos con que visto bueno.
Hoy, como ayer, en la frontera de Hungría con Serbia se levantan campos de refugiados, alambre de espinos, y muros. Se oyen voces xenófobas.
Igual es que no hemos aprendido nada.
A mí, como a Winston Churchill, me gusta tanto Alemania, que me encantaría más que hubiera dos, como había antes de que todo esto ocurriera, y no una como ahora...
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